lunes, 3 de febrero de 2014

Carta de una hija a sus papás

Queridos papá y mamá:

No me deis todo lo que pido; a veces sólo pido para ver hasta dónde puedo lograr.

No me gritéis. Os respeto menos cuando lo hacéis, y me enseñáis a gritar yo también… y no quiero aprender a hacerlo.

No me deis órdenes a todas horas. Si en vez de órdenes, a veces me pidierais un favor, yo lo haría más rápido y con mayor gusto.

Cumplid vuestras promesas, buenas o malas. Si me prometéis un premio, dádmelo; y también si es un castigo.

No me comparéis con nadie, especialmente con mis hermanos o mis amigos. Si vosotros me hacéis lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir; y si me hacéis quedar peor que los demás, seré yo quien sufra y quede humillado.

No cambiéis de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer; decidid y mantened vuestra decisión para que yo sepa a qué atenerme.

Dejadme valerme por mí mismo; si vosotros hacéis todo por mí, yo nunca aprenderé a hacerlo por mi mismo.

No digáis nunca mentiras delante de mí y mucho menos me pidáis que yo las diga por vosotros, aunque sea para sacaros de un apuro; me hacéis sentir mal y perder la fe en lo que vosotros decís.

Cuando yo haga algo malo, no me exijáis que diga el por qué lo hice, a veces ni yo mismo lo sé.

Cuando os equivoquéis en algo, admitid vuestra equivocación; crecerá la opinión que yo tengo de vosotros y me enseñareis a admitir también mis equivocaciones.

Tratadme con la misma amabilidad y cordialidad con que tratáis a vuestros mejores amigos; porque seamos familia, eso no quiere decir que no podamos ser también amigos.

No me digáis que haga una cosa que vosotros no sois capaz de hacerla. Yo aprenderé con vuestros ejemplos e imitaré siempre lo que vosotros hagáis, aunque no me lo mandéis; y no haré lo que no os vea hacer, aunque tratéis de exigírmelo.


Enseñadme a conocer y amar a Dios y hablar con Él, no importa si en el colegio me quisieran enseñar o no; porque de nada vale el colegio, si yo veo que vosotros ni conocéis ni amáis a Dios, ni le oráis.

Cuando os cuente un problema mío, no lo vayáis divulgando.

Nunca me digáis: "no tengo tiempo para tus boberías", "eso no tiene ninguna importancia"... Tratad de comprenderme y ayudarme. Vosotros también pasasteis por mi edad, aunque a veces parecéis olvidarlo.

Queredme mucho y decídmelo. A mí me gusta oírlo, aunque vosotros no lo creáis necesario.

No puedo ser perfecto; nadie lo es; tenéis que tener paciencia.

No me tratéis como a un niño pequeño. Aceptad que voy cambiando y me voy haciendo mayor.

Escuchad mis opiniones y decisiones y cuando no estéis de acuerdo o me deis una orden, decidme las razones que tengáis.

No me desaniméis; al contrario, dadme ánimo y reconoced mis esfuerzos, progresos y realizaciones.

Tratad a todos vuestros hijos por igual. Que ninguno sea vuestro preferido y que ninguno de nosotros sienta que os cae mal.

Os quiere mucho:

Vuestra Hija

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